Testigos 25-D

Primer Testigo El Pesebre


Hace frío, mucho frío y el pesebre, una pequeña gruta escondida en el fondo de la posada, intenta cobijar, en esta oscura noche invernal, a los dos animales que allí esperan pasar lo mejor posible, alimentándose, antes de dormir, con los fardos de paja, que les dejaran.

El aire está enrarecido, como anunciando que algo especial se avecina…los animales no se duermen a la hora acostumbrada y están en actitud de espera…

El aire a la vez parece decir: ¡ya viene…!

Y hasta los insectos están quietos, como diciendo: También queremos estar presentes….

Es tarde, el pesebre se pregunta que pasa, todo es tan diferente en esta noche…Por años esta gruta ha dado un poco de calor en invierno y frescura en verano, a los animales que allí llegan, cuando el establo está completo, con los animales más finos y delicados…pero siempre hay alguno que, no ha encontrando cupo allá, termina en el pesebre, que de ser sólo comedero, pasó a ser morada permanente…

Restos de comida, de herrajes, de suciedad, dicen largamente que no hay quien se preocupe de mantenerlo en buenas condiciones… No importa, pues es sólo para los más desposeídos, para los menos importantes…

De repente, traspasa la puerta de la cueva, una pareja de jóvenes… al parecer vienen muy cansados y algo tristes…. No han encontrado donde alojar y el dueño de la posada, les ha permitido quedarse allí, por esta noche…Sí allí, en compañía de los animales, pero es al menos un techo y un alero para cobijarse del frío de la noche

A pesar del cansancio, el joven toma unas ramas, con ellas a modo de escoba, limpia el piso para dejar un espacio libre de basuras y protegido, donde ella se sienta a reposar.

El asno y el buey, únicos moradores esa noche, no se atreven ni a respirar y al comienzo se corren a un rincón, para dejarles espacio, pero al darse cuenta que tienen mucho frío…se ponen ambos en la puerta para retener dentro, el calor humano y no permitir la entrada del viento, siendo ellos la mampara que lo detiene.

Simultáneamente suceden dos hechos que a todos dejan atónitos. Un hermoso niño acaba de nacer y sus felices padres lo miran, incansablemente. Al parecer están orando con El…

Y al mismo tiempo una brillante estrella, se instala sobre el pesebre iluminando y a la vez calentando con su luz.

El pesebre esta henchido de orgullo…

¡Cómo ha cambiado su naturaleza! De ser una humilde gruta de animales, está transformado en un palacio, donde esta familia permanece en éxtasis y con esa hermosa luz,

que al iluminar, transforma lo feo en bello, lo viejo en nuevo y lo frío en cálido….

Si, es el pesebre, el primer testigo de este 25 – D.

El primero de la historia, que empieza en un lugar remoto, en un sitio despreciado, con unos animales envejecidos y con esta pareja tan desposeída, que no tenía un lugar donde dar a luz a su hijo…. 

 

Tercer Testigo Los Animales del Pesebre


El establo era una cueva, donde los animales se refugiaban y protegían del frío de la noche. En esa cueva había un buey y un burro, quienes, esa noche, como había muchos animales de los huéspedes, no habían encontrado sitio para ellos en el establo grande y fueron relegados a la cueva, el lugar que había para cuando faltaba espacio.

Era una noche muy helada de invierno, la luna alumbraba y había mucho silencio. Dormían porque era de noche y, en esa época del año los días eran más cortos y las noches más frías. No alcanzaron a ver que María y José habían entrado en la cueva y se tendieron en el suelo. No los escucharon. Sólo despertaron, cuando una luz intensa, brillante como mediodía, llenó el lugar. ¿Dónde estamos? ¡Esta no es nuestra cueva!

¿Y esa luz brillante? ¿Y este niño tan hermoso? No podían saber lo que pasaba: habían despertado en un lugar lleno de la gloria de Dios: ¡Santo, Santo es el Señor, llenos están el cielo y la tierra de su gloria!

Eran los cantos que voces angelicales repetían suavemente, llenos de alegría, por una parte y a la vez, suave y como murmurando, para no hacer ruido que despertara al hermoso Niño que dormía.

El buey y el burro mugían y rebuznaban, como uniéndose a la alegría del Nacimiento del Señor.

Querían darle lo que tenían, y le dieron calor al niño recién nacido.

Pronto notaron que por la entrada de la cueva, penetraba el viento del amanecer y lenta y calladamente, se pusieron ambos en el hueco, para hacer de puerta, que mantuviera dentro, el calor de una pequeña fogata, que José había hecho para calentarlos.

Grande era su impresión, de verse, ellos, los más miserables de los animales, allí en ese momento, que sin entender, adivinaban era muy importante...

María que notó de inmediato su gesto, les dio una mirada de cariño y comprensión, que les llenó de calidez el corazón y ya no les importó que el frío penetrara sus huesos, había una razón importante para estar ahí y se quedarían, sin importar nada.

El buey recorría hacia atrás su vida, siempre trabajando, con los bultos más pesados, las carretas más grandes, pero él hacía su trabajo, porque así lo había aprendido de su padre y sus hermanos…siempre paciente, siempre callado, siempre esperando que algún día tendría una alegría que compensara su esfuerzo….

El burro a su vez humildemente en su rincón, recordaba las innumerables veces que tenia que ir al mercado, cargado con morrales y alforjas y al pozo a traer los barriles de agua, en sus días todos iguales y monótonos.

Y el premio a sus esfuerzos, aparecía cuando ellos menos lo imaginaban

Era esta una fiesta como nunca habían visto y era a la vez una alegría íntima tan grande, que no la olvidarían.

Sobre el portal había una brillante estrella, como diciendo: este es el lugar, vengan todos, que yo los ilumino para que no se pierdan en la oscuridad…

Y así en esta noche maravillosa, en ese primer momento de la nueva era, no hubo más testigos que el buey, el burro, los animales del pesebre, que junto a él y a la estrella, hasta hoy gozan del privilegio de haber sido los primeros testigos de ese 25 de diciembre  

 

 

Sexto Testigo Los Reyes Magos


Dicen que eran unos sabios que vivían en el Lejano Oriente y que eran muy estudiosos de las constelaciones y todo lo que pasaba en el firmamento,

La aparición de una estrella desconocida para ellos, les hizo saber que había llegado la hora tan esperada.

Montaron sus camellos blancos y provistos de sus mejores galas, coronas de oro, mantos de armiño y todas las galas que se puede esperar de un lujoso rey, partieron a buscar al Niño, al Salvador del mundo.

Sus estudios les decían que debían dirigirse a Belén, pero ignorando el lugar exacto, deciden pasar a preguntar a Herodes, el Rey, su colega…

Este se muestra muy extrañado que hablen de “otro” rey….y les dice que cuando lo encuentren le avisen, que él desea rendirle homenaje….

Los Reyes Magos, guiados por la Estrella encuentran el camino, entran de puntillas a la gruta, ven al Niño, le dejan sus regalos y también sus coronas y parten felices, después de adorarlo.

Iban encaminados al palacio de Herodes, a decirle lo que habían visto y dónde era, pero en sueños, son avisados que Herodes desea mal para el recién nacido, por lo que vuelven a sus palacios, por otro camino y son estos los nuevos Testigos de esta primera Navidad….

Como los Reyes llegaron con muchos obsequios al pesebre, en cada Navidad, son ellos los portadores de regalos a los niños que han mostrado su amor, a sus padres, hermanos, familias amigos, compañeros y a todos los que los rodean.

Y en todo el mundo se conoce a los Reyes Magos, como los generosos testigos de NAVIDAD, del nacimiento de Jesús.