¿Los ratones tienen navidad?

Se acerca la celebración de Navidad y en casa de los ratoncitos hay gran inquietud

Para Tony, Perejil, Largo, Hablador y Enano, pertenecientes a la familia Ratonil, es la segunda Navidad de sus vidas y recuerdan que la primera no fue muy grata para ellos, pues fueron enviados a dormir, a la espera que terminara la celebración en la Casa Grande, donde vivían y sólo cuando la familia de la casa se durmió, que fue ya muy tarde, pudieron tener su celebración.

Por supuesto, que en la espera no pudieron conciliar el sueño, pues, por una parte estaban nerviosos por saber como seria esta fiesta y además, porque sentían los cantos, y risas de los niños de la familia y eso los movía más aún a querer participar.

Papá y mamá ratones había establecido sus dominios, hacia ya mucho tiempo en esta mansión, en la que no sólo, nada faltaba, sino mucho sobraba. En sus correrías Don Ratón había descubierto, que debajo del lavadero, había un espacio preciso para instalarse, al que tenían acceso por el patio y a la vez les permitía entrar a la casa sin mayor dificultad, lo que normalmente hacían cuando los moradores dormían, para pasearse a sus anchas y acarrear viandas y exquisiteces a su guarida.

Al ver que el sitio era muy bueno y amplio, trajo a su señora, Doña Ratona y allí nacieron sus 5 hijos. Habían invitado además, a sus amigos, la familia de los Grises, con quienes compartían cómodamente el espacio, pudiendo tener un rincón para cada uno… y a la vez los ratoncitos podían moverse y salir y jugar sin temor, pues era todo tan grande, que nada se sentía, ni en la Casa Grande, como llamaban a la de los dueños, no se escuchaba el ruido que pudieran hacer.

La familia de los Grises, tenía 6 ratoncitos, con quienes se unían y lo pasaban muy bien, inventando toda clase de juegos. El que más les gustaba, era echar carreras hasta la cocina, cuanto todos estaban apurados sirviendo la cena y desde allí, traerse lo que encontraban a mano, ya fueran cereales, pan o queso, que era el manjar más apetecido.

En una de esas carreras, Largo pasó un buen susto, pues apareció la señora de la Casa Grande, en la cocina y solo le quedó esconderse dentro del basurero para no ser pillado.

Sus papás les habían dicho mil veces, que no podían salir cuando estuviera de día, pues era peligroso y si descubrían a uno, todos corrían peligro, pues empezarían a buscar el escondite y tendrían que irse de ahí, si es que no eran encontrados y corrían peor suerte. Por ello, no quiso contar nada y para las veces siguientes, se preocupó de ser más cuidadoso y no hacer ni el menor ruido, en sus andanzas.

 

Así transcurrían los días para estas familias ratoniles, los que en realidad no se quejaban, pues estaban llevando una vida mucho mejor, desde que vivían en la Casa Grande.

Uno de los días de gran fiesta para ellos, era el de los cumpleaños de los que vivían en la Casa Grande, pues venían muchas visitas, que no eran tan ordenadas y el reguero que quedaba les daba alimentos como para una semana….incluso podían darse el lujo de guardar para los días de lluvia o frío.

Como no querían pasar otra Navidad durmiendo o en espera, los pequeños ratoncitos urdieron un plan: Se pusieron de acuerdo, entre ellos, sin decir nada a los mayores, y comenzaron a hacer un escondite en que guardaban lo mejor de su cosecha, lo que inquietó a su padre, quien peguntó porque no salían a buscar comida….y para no levantar sospechas, tuvieron que multiplicarse y traer el doble.

Llegó el día de Navidad y mamá Gris quien era la que ordenaba los horarios de todos, les dijo: ya es hora de irse a la cama, que yo los despertaré cuando sea hora de la fiesta

-Pero no queremos acostarnos.

- No podemos dormir.

-Hay mucho ruido.

-Queremos participar también. Fueron los reclamos que se escapaban de todos…

-Pero si saben que debemos esperar que se acabe la cena de Casa Grande para tener la nuestra….y así poder recoger lo que queda de ellos.

- Esta vez no será necesario esperar, dijo Hablador, que como su nombre lo decía, era el que siempre tenía la palabra.

- Esta vez no deberemos esperar, tenemos algo que mostrarles, dijeron con gran ilusión. Y ahí los ratoncitos reunidos mostraron su escondite.

-Miren lo que tenemos…hemos guardado lo suficiente para tener una gran cena y no tener que esperar esta vez, por los restos de ellos…. Los papás no lo podían creer…. Efectivamente encontraron que había muchísimo de comer y que bastaba para una exquisita cena… Había mucho grano, frutos secos….pan, queso, golosinas y de todo…. Miren si hasta tenemos pan de Pascua… No falta nada ¿Cómo consiguieron todo esto?, preguntó mamá ratona Cuando la señora estaba haciendo los panes de Pascua, como estaba muy apurada, no se preocupaba de recoger nada y así nosotros aprovechábamos Y como tampoco nos veía, pues tenia la cocina llena de artefactos, podíamos salir fáciles con nuestros tesoros…

Bueno, el esfuerzo debe tener un premio….mientras nosotros preparamos esta gran cena que tendremos todos juntos, vayan a ponerse hermosos, que los quiero a todos peinados, lavados y arreglados…dijo mamá ratona

Y así, por el esfuerzo de todos los ratoncitos chicos, la sorpresa que prepararon, tuvo éxito y pudieron por primera vez, tener la celebración de Navidad, a la vez que Casa Grande….y disfrutar de su música, sus cantos, sus villancicos y alegría.

 

Cada uno en su rincón, pero todos en forma simultánea, pudieron cantar:

Canta, ríe y bebe Que hoy es Nochebuena que en estos momentos no hay que tener pena; dale a la zambomba, dale al violín, dale a la cabeza y canta feliz.  

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A las doce de la noche todos los gallos cantaron y en su canto anunciaron que el niño Jesús nació.

Ay, sí, ay, no, al niño lo quiero yo.

En el portal de Belén hacían fuego los pastores para calentar al niño que nació entre las fl ores.

Y todos reunidos, pasaron la Fiesta, con alegres cánticos y rica cena familiar, obtenida por los más pequeños de la casa, pues Navidad es la Fiesta de los NIÑOS, sean estos humanos o ratoncitos, como los de esta historia

 

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